jueves, 15 de noviembre de 2012

miércoles, 12 de septiembre de 2012

...Quiero una imagen azul, sutil, sostenida... se filtran pedacitos rojos, coquetos, y hay alaridos verdes por allá atrás, no me preocupan, son verdes... árboles de ideas que se enroscan en mis dedos, me los como todos. Siempre. Luego dan flor. Siempre. ...de estas ganas de estar viva, a estarlo pues...

martes, 27 de marzo de 2012

ESO NO ERA NADA

lunes, 27 de junio de 2011

Líneas Paralelas














Te quiero pedir que te sientes un minuto y escuches. Quiero hablarte de una forma nueva, provocando una linea juguetona que recorra buscando paz. Una línea que no es gruesa y tampoco recta. Tiene inflexiones y cambia de formas y colores, creando figuras abstractas durante su recorrido. Pero es una linea al final de cuentas. Tiene ritmo en un principio, después es melodía. 

Quiero regalarte mi voz sin remordimiento, quiero nombrar las cosas y no robarlas con la palabra. Quiero buscar con el confiado afán de que encontraré algo. Lo que sea. Te explico: empieza tranquila y luego se arrebata. Mi realidad es perpleja y después alborotada. 
Esta linea empieza en un lugar recóndito donde la luz no llega, lo único que de lejos se observa es una estrella pequeñita y olvidada. Tan oscuro allí, como las noches que pasamos en la cabaña. La línea forma una espiral que aun no se sabe si sube, baja, o como en una ilusión óptica, se queda simulada. 
Todo es aun negro y sin perspectiva, pero ella no ha dejado de trazarse. La espiral se disipa en un tintineo fugaz que encandila como las luces de los autos en carretera. Atenta, escucho el ansioso palpitar. Intermitente, comienza a tambalear, esta linea que tiembla me hace saber donde estoy pues las paredes de la cueva se descubren por segundos en la espesa oscuridad. Una cueva. Estoy ahí y la línea se acerca a mi, lenta y precavida, está un poco cansada, como yo. La miro de frente y me atraviesa llevándome en ella. Se me había olvidado quien era. Me trazo y me torno roja, vuelo como un cometa escupiendo fuego a su paso. El rojo se alimenta con cada milímetro que recorre y explota alto en el cielo, buscando entre la combustión, regalar un espectáculo. Deseaba que me vieras brillando en la oscuridad pero el brillo duró poco y exploté en mil pedazos gastando la línea, esa que era yo. 
¿Cuando empezamos a creer más en lo que fuimos que en lo que estábamos siendo? Cuando olvidamos que el rompecabezas era infinito y que esas últimas dos piezas se transfiguran y mutan según la estación. Nos llegó el otoño y ya las palabras nos habían robado las sensaciones. El invierno nos sirvió de consuelo. La primavera fue la madre más déspota y triste. Una fuerza nos llevó al suelo. Una fuerza nos golpeó con la mano cerrada en los rostros que ya no eran nuestros. Sofocados, queríamos sólo reconocernos de entre las sombras. La primavera fue el miedo y el deseo confundidos. El verano, sin embargo, nos promete lluvia para saciar la sed. 
La linea no desaparece sólo se perdió, y eso es lo que yo buscaba. Ahora, a kilómetros de distancia veo que la estrella olvidada es una linea que se dirige hacia mi. Hemos estado en un universo abstracto y colmado de recovecos solitarios, nos buscábamos y sin saberlo nos teníamos de frente. 

Admirábamos la estrella sin saber que era el otro y en el otro vimos desolación. Nuestras puntas poco a poco se tocaron en el punto medio y tejen el nudo final de la cobija. Podemos dormir amor. Esta oscuridad, quiero creer, que por fin es nuestra, y en las noches, las parejas, hacen el amor... Líneas siempre paralelas.



RMO

viernes, 23 de julio de 2010

...so long farewell!

Que frágil, que frágil es la vida
un pequeño pedazo de algo mucho mas grande, inconcebible, fuera del alcance para nosotros los mortales.
Sin embargo con tu partida me dejas preguntas y otros cuantos sentimientos a entender. Aun así la evocación de tu carcajada, de tu intensidad, de tu liviandad y fuerza al mismo tiempo, la evocación de ti, me viene con calma. Porque quiero pensar que hubo un momento dentro de todo el sufrir que tu muerte te pudo haber causado, hubo un segundo en el que cerraste los ojos y fluiste, en paz, tranquilo y sereno como se despide uno de este mundo. Como cuando se suelta el abrazo último a la otredad. Y te imagino allí en un respiro profundo y tranquilo, levantando vuelo a la inmensidad, con ligereza.

La justicia, siempre se buscará, la buscaremos sobre todo nosotros los que tanto te compartimos y quisimos, pero primero tenía que habitar ésta paz de pensarte descansado. Una paz de creer que tu vida la viviste entera, intensa, hermosa. Te procuraste pasiones, te compartiste en la risa y el humor y con el carácter fuerte también jaja, pero sobre todo, eras feliz. Entre altas y bajas, fuiste feliz, sabias reír y compartir eso, construiste con otros y de alguna forma nos cubriste con una bella y cálida manta a todos nosotros, los amigos.

Tu muerte me evoca mi vida. Y nada es tan valioso como reconsiderar la vida, esa que NUNCA se debe perder de vista. Las elecciones de cómo vivir, con quien, bajo que circunstancias, tu partida cuestiona mi estadía en esta vida y resignifica muchos pequeños huecos. Qué en mí está buscar la paz y la justicia, día con día, granito de arena por granito de arena. Que debo gozar y entender mi vida desde los lentes del amor. Observar y percibir mi alrededor desde la realidad de la muerte, que es tan repentina, tan compleja de entender y tan azarosa. O mejor dicho, de la vida que es tan fragil, tan sutil, tan inmediata que merece la pena vivirla coherentemente y buscando la felicidad y la paz, mía y de todos cuantos pueda. Así como lo hiciste tu amigo, o como a mis ojos al menos, tu vivias tu vida.
Se te va a extrañar retiharto mi Artur, en especial cuando cantábamos ya en la borrachera esta canción jajaja, con el puroooo ardor del amoooor ajuuuuaa!!!!!...... y bueno público esta nota en el blog porque creo que me descansó algo decirte esta despedida... quizás a alguien le sirva leerla... con este rollo de buscar la paz y felicidad de todos cuantos pueda...
te quiero potrillo.....

ahh por cierto NUNCA habia visto el video, es completamente irreverente :S mejor la pura canci{o y bien pedos jajaja abrazo...

r

jueves, 21 de enero de 2010

Voy de Paseo



Voy de paseo, y esta vez, mi mente va más rápido que el autobús. Los espectaculares de la carretera y las luces de la pantalla parecieran ser dos mundos paralelos; contrastes de fondos y transparencias, las luces de aquí adentro y allá, la gran pecera seca.

Hoy un paseo, y yo, más libre que el vasto exterior que se despliega desde el vidrio de mi ventana. Juego a volar y lo consigo, como cuando de niña jugaba a ser sirena en las olas pequeñitas a orillas del mar. Por ahora nada me aturde; hoy me gusta...

Existen preguntas, como intermitencias; latidos rítmicos de una curiosidad que va bombeando el vuelo. No escribo con otro fin que el de plasmar un vuelco, evidencia de lo móvil. Eso, sin desatender a la idea de que hay un puñado de otros. Por el contrario, tanto más profunda la soledad, tanto más infinita la otredad. Si no me entiendes es que estas en el punto céntrico del vuelco: la nada. El circulo ya no cabe aquí, mi paseo es una esfera, muy posiblemente, una esfera líquida.

No.

Es una esfera en término medio, una pelota de mercurio transparente, volátil como un gas, tóxica de contener, pero suficientemente ambivalente para atraerse a si misma: positiva y negativa. Me elevo, soy algo contenido en medio del todo y el todo me traspasa. No entendía. Pero así somos.

¿Una nueva teoría de la evolución?

Somos ahora formas incontenibles e imperceptibles, pesadas y difusas que se adhieren sólo para sobrevivir. Así, mi paseo fugaz me llevó a una reflexión viva, quizás cruel, pero eso no me lo callo; de lo que habita en el mundo paralelo de mi ventana y los espectaculares; un parpadeo (autoconciencia) y ahora, vuelvo al paseo.

¿Cómo se despide uno de la vida? Y ahora me permito complicar las cosas porque de vez en cuando me reclamo a mi misma no saber meterme en otros zapatos.
¿Cómo se despedirá uno que nunca ha sentido plenitud? ¿será acaso una despedida desesperanzada? Sé que estoy hurgando en las preguntas que anudan la garganta, pero insisto:

¿Cómo concibe uno el final si nunca entendió que algo había iniciado?

El paseo se tornó denso, la burbuja, esta que soy yo, es pesado gas en la irracionalidad de mi conciencia.

Continúo...

Se escucha una marcha impetuosa, el par de baquetas golpean una tarola austera y seca, el pandero marca el ritmo al final de cada compás; sigilosas las cuerdas de un bajo seducen las aceras de un camino semi-alumbrado y la oscuridad de la noche la lleva una pianola ebria y descuidada.

Hace algún tiempo, aquel bajo bailaba junto con una chillante y colorida trompeta. Una noche, como cualquier otra, la trompeta chilló tan agudo que de un sopló se voló a la orilla de un mar solitario. Posee la vastedad del horizonte y el sólo que siempre quiso, pero no hay oídos que alcancen aquellas notas. Cada noche mientras las olas pequeñas acompañan el silencio, ella irrumpe cantando la soledad, nostálgica; quizás la escuche su viejo bajo.

Entre las ahogadas trompetas del mar y los pícaros cabareteros ritmos de un camino perdido, se eterniza una historia de amor. Una historia como todas las otras, que se inscriben entre los mundos paralelos de mi ventana y el exterior. La pecera no está seca.

Ir de paseo es mi movilidad, las historias que se dictan son como cuando aun era niña, intento abarcar aquello que parece inabarcable.
Ir de paseo es viajar,
a donde quiera que sea,
a donde es preciso divagar,
a donde es preciso mirar,
cuando preciso escuchar.

Rebe

lunes, 23 de noviembre de 2009

El deseo del Colibrí

Tarde. Exterior. Patio con plantas y algunas flores; un colibrí que se pasea. Un café expreso doble cortado y un americano sin azúcar evaporándose sobre la mesa.

-Me da miedo, el simple hecho de pensar que algún día me puedas dejar de amar.

-Pues no lo pienses.

- Pero es que a veces no está en mí, creo que estoy loco, no debería pensarlo porque nos contamina, pero me llega sin darme cuenta, me tensa. ¿Me entiendes? No es que yo quiera complicar las cosas, pero hay ocasiones en las que siento que incluso lo que dices me lastimará por adelantado… ¡Ah! Estoy loco, discúlpame.

- No me pidas perdón. No sirve de nada. Sólo hazme entender. No lo logro. ¿Qué te hace falta? Habla antes que pensar, es más fácil.

- No sé, a veces hablas de tu pasado con tanto amor que pareciera que aun lo sientes. Si nos enfadamos por alguna cosa, tiendo a sentir que es porque extrañas aquello de lo que hablas con tanto amor. A él, ¿Sabes? Pero a la vez sé y estoy seguro que no. ¡Es en realidad que estoy loco, loco, loco! (se golpea la cabeza varias veces con la mano, desaprobando su mas elocuente afirmación)

-No te pegues por favor (con ternura y cuidado le baja la mano de la frente)
Limpia las lágrimas y responde:

- Pero si es que lo amo aún. Siempre lo amaré. En eso no te has equivocado. Pero cómo explicarte que ya no está. Si yo muriera en este momento, ¿Seguirías amándome por siempre?

- Si.

- Pues así fue. El murió, quizás simbólicamente, pero si murió. Incluso fue de un día para otro. Cuando lo veo, en cuerpo, que habla o se dirige a mi, solo siento que fuera un fantasma, que de verdad me da gusto ver, que me acerca por momentos a aquel otro que amé y que me enseñó tanto. No sucede más. Pero en verdad todos los días de mi vida existe una honda exhalación en la que agradezco y nada más. Le agradezco porque con el fui y por eso que fui soy, y mira aquí estoy contigo en el café. Nunca tomé café con él. Yo amo el café. Estamos tomando café.

- No se. Creo que es un problema mío, por mi incapacidad de creer que alguien me pueda amar. Siento que sólo hace falta una decepción para que me dejen. No quiero sentirme así. No es todo el tiempo. No quiero que esto nos afecte.
(el colibrí se acerca al café, se queda estático en el aire en medio de las dos tazas, a unos centímetros de ellos; ellos solo pueden verlo flotar. Desaparece)

-Cuando era niño, vine de viaje con mis padres a la ciudad. Estábamos en el mismo cuarto de hotel y yo dormía en una cama, ellos en otra. Desperté de repente, tenía tanto miedo. Tanto miedo. Pensé que mis padres se habían ido y me habían dejado allí. Cuando los vi pensé que eran unos robots. Pensé que habían dejado unos robots allí para que ellos se pudieran ir. Tuve que despertarlos para calmarme. (Sus ojos se llenan de densas lágrimas y después saltan por sus mejillas, sin sonido, sólo las lágrimas)

- Me duele escucharte. Porque te amo. Pero no puedo hacer más que eso. Eso es lo más que existe. Me lastima porque descubro que mi manera de expresarme y ser, de entregarme libre, sin ataduras y sin recubrimientos; sin disfrazarme, es una manera de ser que te lastima. Pero a mi me duele todavía más que el hecho de lastimarte; el hecho de mi verdad agrietada. Me duele descubrir que amar y ser amado, sin un mínimo manto de textura o disfraz, tal cual somos, lo que pensemos, sintamos y soñemos puede lastimar. Que yo pensaba que algún día podría construirme con alguien, tal cual soy, sin lastimar. Que se ame sólo por la capacidad del otro de amar, sentir, pensar y soñar… nada más.

- Justo eso era lo que no quería. No quiero plagarte de inseguridades. Yo quiero que seas libre. Te amo libre. Mírame, te quiero libre, tan libre como puedas. No siempre siento esto es sólo a veces, y hoy pasó, pero no te entristezcas por favor, lo resolveré, ya verás.

- Esto que está pasando es serio. El colibrí se fue. Voy a tejer. Estemos en silencio querido. Cuando el diálogo se agota es porque nos hace falta un monólogo. Te invito.

Silencio

Mujer que teje, escucha desde el interior de su cuerpo como si tuviese los ojos cerrados (pero en realidad están muy abiertos y fijos en las agujas del tejido)

Yo genero mi propia dinámica de miedo, ahora tengo miedo porque creo que quizás él será, el único hombre que me pueda llegar tan cerca, tan a la medida, tan exacto, pero no perfecto. Que es tan casi milimétricamente accesible a lo que he buscado y sin embargo lo lastimo con mi franqueza. Y que si mi deseo de libertad no se satisface en su totalidad estando a su lado, es quizá porque tengo la ilusión (casi falsedad, casi utopía) de creer que es posible vivir la libertad con alguien; pero en realidad las cosas quizás no funcionan así.

Entonces es una decisión en torno a utopías, a falsedades; donde una data de la decisión de construirme con alguien en la imperfección de la libertad y, la otra, está en construirme libre en la imperfección de la soledad (contigo no tan libre ó libre y sola)

Donde está la verdad poco importa, es más una dicotomía de incertidumbre, es descubrir que entre cada espacio átomico de las cosas yace un pedazo de incertidumbre, es quizás observarla en su total esplendor. La incertidumbre nos acontece en cada segundo, en cada acto de ver las cosas, de escuchar lo que escuchamos, de sentir lo que sentimos… simple y sencillamente porque soy mas pequeña de lo que me he atrevido pensar.

La misma naturaleza de mi alrededor me refleja que la incertidumbre es la misma llama que la enciende y la apaga, es el espejo que refleja el silencio oculto de lo que es admirable, lo innombrable…

Si te digo que te amo, también estoy plasmando una partícula de incertidumbre; en los silencios entre las palabras, entre las letras, en la misma formación de las letras como símbolos. Así, la “A” también podría ser “A” ó “A” ó “a”...sucesivamente. Así en cada acto de certeza que yo pueda plasmarle a la naturaleza, también acaricia la incertidumbre posada en cada espacio libre de mis significados.

Si te digo que te amo, no depende de mí, depende en de lo que tú escuches de mí. Así pues, existo en la medida en la que me dejes existir en ti, mas allá no puedo llegar; NO QUIERO LLEGAR; porque es una trampa. Es a fin de cuentas creer que soy capaz de soltarme absolutamente de esta soledad para estar contigo; y así solo estaría habitando tú soledad.

Y, si te digo que te amo; no puede significar otra cosa más que de entre la incertidumbre de amar, yo sé inciertamente que te amo, y soy capaz de formular una verdad siempre latente. Estoy construyendo mi deseo. Puedo construir mi deseo, aun plagada de desatinos, puedo saber que no sé cómo, ni cuándo pero empecé a soñar.

Es como tejer, casi automático; el ejercicio del deseo. Es como zurcir el suéter que a unas veces quedará a la medida y otras más, terriblemente grande o terriblemente pequeño. Me atrevo a mirar mis manos, seguir la pauta de mis dedos al tejer y detenerme antes de hacer el punto; me permito el deleite de tejer mi propia ropa creyendo que eso es suficiente. En el momento lo es, en el instante pareciera que tiene sentido y que llegará a un fin, el fin de ser un punto perfecto. Pero cuando veo el suéter terminado, sólo busco los puntos inconscientes; aquellos que se lograron desvanecer de entre mi constante escrutinio de consciencia. Busco fascinada por dónde pude yo haber equivocado mi deseo, un hilo que me lleve a querer tejer otro suéter.

La verdad es que aquellos que tejo perfectos y sin puntos deformados, son aquellos que regalo al instante. Porque esos ya no me sirven. Al final amo mi capacidad de descubrirme incierta. Mi ética será quizás la mas inconsciente y retorcida; y me parece fascinante.

Y si digo te amo; quizás sólo es porque ahora terminé de tejer un suéter y está plasmado de puntos inconscientes y apretados.


Se rompe el silencio.

-Querido, ¿Te he dicho que te amo? Si, lo he dicho lo sé. Pero te amo.

RMO

lunes, 14 de septiembre de 2009

Cinturón de Orión


TRES estrellas me recibieron al nacer, se llamaban Mónica, Rayo y Rebeca... tres hermanas de sangre que guíaron mis noches... ahora treshermanas en vida resuenan los rayos en mi velo ocular....
Nunca la noche fue tan clara ni el símbolo tan preciso....

TRES,

LAS AMO

martes, 19 de mayo de 2009

La Paloma

Aquel día habíamos estado en la sala del departamento desde las cinco de la tarde. Si mal no recuerdo era un departamento pequeño pero vivíamos nueve. El sistema de rotación de camas nunca fue funcional (el que agandalla no batalla) pero al menos teníamos ambiente en la casa y psicotrópicos (suaves) para amenizar la jornada. Estábamos ubicados en Chancery St a dos cuadras del Albert Park.

El Sapo, Chuntaro, Manio y yo bebíamos mientras los rayos del sol nos llegaban por la ventana como si fuera el aliento (casi vaho) del misterioso y apaciguante mar que poco a poco iba seduciendo a la noche. No nos movimos de allí hasta las diez y media cuando recibimos una llamada con la dirección de la “party”. La Gami era la amiga del club. Ella tenía un lugar especial entre los amigos, era la que sacaba la fiesta (debido a que conocía a casi todos los inmigrantes de la ciudad) y que de manera rutinaria actualizaba nuestras historias semanalmente. Siempre, en el momento menos esperado de la noche, ella se nos acercaba y preguntaba (para algunos de forma invasiva) acerca de nuestra vida “Y… cómo vas con el trabajo…y tu noviecita la de la otra vez… cuántos días dices que llevas sin reportarte con tus apacitos” Nunca le faltaba que preguntar y nunca se le escapaba el tema “crítico” de la pasajera vida que llevábamos. Aunque muchos podían pensar que la Gami se metía en o que no le importaba, a mi me gustaba que me preguntara, sobre todo porque eran quizás los únicos momentos en los que podía escuchar quien era y que hacía. Además era gracias a esos momentos (incómodos) que nosotros también nos enterábamos y de pasada “echábamos carrilla” al resto del grupo.

-“Me dijo que hay reunión en casa de “las pasitas”, ¿qué rush, les late?”- Al unísono respondimos que sí. Era sábado y ninguno tenía el capital necesario para salir a los bares o pubs del centro. “Las pasitas” eran un grupo de amigas que solían hacer reuniones cada tres días. Eran cinco mujeres viviendo en una casa modesta cerca de la costa, yo conocía bien a tres de ellas, las otras dos siempre se perdían a la mitad de la fiesta.

Llegamos a la reunión y antes de habernos sentado en la sala yo ya tenía el bong entre mis manos y daba el primer toque (¡tanque!) de la noche (porque los que me daba en el departamento nunca los contaba). Había mucha gente. Nunca he sido introvertido o tímido en fiestas pero ese día por alguna extraña razón no me sentía cómodo. No lo sé podría haber sido la presión atmosférica o la fuerza gravitatoria de la luna ejerciendo contra la marea terrenal (lo que haya sido me importa un comino), hay infinidad de explicaciones posibles e imposibles de porqué uno se siente extraño. El punto es que me sentía raro. Y de no haber sido por los empujones de virilidad que me daba la cerveza y alguna que otra sustancia, no me habría atrevido a acercarme a la tímida chica que me miraba desde la esquina derecha del comedor. Ella platicaba con otra amiga desde hacía rato y yo me limitaba a sobrevenir con la fiesta, cada cuantas bocanadas de cigarro fijaba de nuevo la vista en esa esquina, ella disimulaba la mirada al mismo tiempo como si persiguiera una mariposa con sus ojos. Me intrigó. De entre las sombras una luz roja, verde, azul y morada de la lámpara giratoria del techo me permitia pintar su rostro como si fuese la obra expresionista y abstracta de un psicótico (loco). Mientras más pensaba en ésta metáfora mas quería que la luz la golpeara por microsegundos y plagaba mi visión con un caleidoscopio de su espectro. En mis ojos su figura bailaba con luces de colores y, la sonrisa que me concedía segundos antes de que cazara mariposas, era ingenua y sutil como los rayos de aquella tarde. Me sentí instantáneamente arrebatado por el misterioso y apaciguante filtro de su sonrisa. Me decidí y caminé directo hacia ella, sin dejar de saciar mis ojos en su figura. Nunca habría de admirar con tanta entereza una sombra de olvido.

La encontré justo en la misma dirección en que la había visto, sólo había decidido caminar directo a ella y la encontré justo frente a mí y sonriendo. Las luces ya no golpeaban su rostro puesto que mi sombra ahora la protegía. En ese momento mis ojos se nublaron. La cabeza me dio vueltas y el corazón aceleradísimo me marcaba el compás a un solo tiempo (tactus). Cuando abrí mis ojos los labios suaves y abultados de la chica me rozaban la barbilla, la habitación en la que estaba no era la misma y el bullicio de la fiesta había desaparecido. En la oscuridad descubría una piel nueva llena de silencios y plagada de ilusiones. Pude percibir mi cuerpo acostado sobre la cama cuando los cambios de luz y sombra en la habitación confirmaban un baile entre la silueta erotizada y la noche tan joven; yo era la pista de baile. Fue un espectáculo sexual, la chica me acariciaba y retorcía, luego yo a ella. Fue la noche lenta y pasional, y escuche su voz entrecortada, luego rápida y cadenciosa al ritmo que exhalaba sílabas sin traducción o sentido. Finalmente la noche nos abrazó con el sueño; tierna, misteriosa y apaciguante como había yo recibido aquella tarde.

Dormí como nunca lo había logrado desde que (supongo yo) era un bebé. Hasta el día de hoy no he vuelto a dormir así. Ella se acurrucó de lado, como una paloma en la esquina del tejaban durante la tardes lluviosas de Julio en mi ciudad natal. Yo la abracé como siempre he abrazado esas tardes. Jamás había yo abrazado con tanta entrega a una paloma.

A la mañana siguiente me despertó el sol como un látigo de fuego que quemaba los párpados. Los primeros segundos después de abrir mis ojos, a duras penas y pude vislumbrar el cuerpo de mi paloma. Todo era un nubarrón. Parecía aquel despertar una forja de herrería, entre el repiquetear de los martillos en la sien y los fulgurantes rayos abarcando mi pupila no pude mas que me acentuarme en su cuerpo comprimiendo, en un abrazo, mi ansia y nausea contra su espalda alta y baja respectivamente. Ella no despertó pero su cuerpo se acomodó a mi desespero sutilmente al abrazar mi angustia con su mano izquierda. Minutos después de su amparo una exhalación situada en la boca de mi estómago enfocaba lentamente el amanecer. Lo contemplé sin poder mirar hacia otro lado, queriendo cincelar en la memoria los naranjas, rosas y rojos que hacían erupción tanto en la ventana como en mi pecho.

Fue justo después de ese instante que la miré; justo ahí dejé de mirarme también. Miré a la mujer que abrazaba y el repiqueteo volvió con un abismo de incertidumbre, dudé incluso de su condición de mujer. Era fea; tan fea como mi soberbia. Con descuido y desasosiego mi mano descendió por su cuerpo buscando su sexo. Era una mujer. Pero no pude ver más el lienzo y el artista, el baile nocturno, mi paloma.


Aun hoy recuerdo íntimamente cómo mi cuerpo se convertía en nicho aquella noche.
La vanidad se en posó mi ventana, me filtró el reflejo y se robó a mi paloma.
Esa tarde el Sapo, Chuntaro y Manio me dijeron que todos le decían la Ramón (de tan fea). Nunca supe su nombre.

lunes, 27 de abril de 2009

De las palabras que hoy he de transgredir...

El cuerpo inerte de un humano, con su espectro de viscosidad inconclusa; ente ahumado en fétidos gases que encorvan la garganta a punto de ebullición, la piel casi acartonada, la imagen decadente de aquello que ya-no-es. Fue. Ahora, los ojos del espectador; círculos perfectos de incertidumbre, aún ahí, en la única creencia de la materia y nada más, aún ahí la muerte es el hueco que inunda un espacio minúsculo en cada célula y la completa a través del vacío ostentoso y cruel, violento y nauseabundo de ver que uno no será más. Reacción latente casi palpable al instante, como la escultura que yace en la plaza principal de Palermo. Tan visceral y tan retraída del ambiente que pareciera no existir. Es sólo por que persiste ahí, tan obvia y repetitiva que he de soslayar mi vida con la expectativa de lo que ES. Sin vislumbrar que lo que NO ES me refleja mas nítidamente. Me aclara. Y yo no quiero ser negra.
La muerte: el acto de presenciarla, tan fatídico y consumante como comer, respirar y coger; la muerte allí me priva. ¿De qué? Nada, ella misma es la irónica reverberación. Si muero es que no estoy viva. Otro que murió no es. Pero la nada no existe. Aquí en medio del asco de mi boca y la niebla de mis ojos…Aquí me prohíbo entera. Ser capaz de vislumbrar tanto de lo que no es, me prohíbe la existencia; a donde quiera que dé el primer paso, cualquiera que sea mi pensamiento después de abarcar semejante acontecimiento es ya por sí mismo un milagro. Transgredí esa regla tan obvia, la muerte, para vivirme día a día. Supondría un acto noble, derrochando un señorío casi divino el simple hecho de “pensir” (pensar-sentir) después de ser poseída por el secreto de la carne. Sin embargo, “pensimos” como si la célula nunca fuese recubierta de huecos. Si yo no viera mi hueco celular finando (curioso tiempo de la palabra fin… esta sucediendo el fin…tan presente y tan ya pasado) entonces la barbarie y el martirio estarían tomando el trono de mis miembros. Habría de transgredir la misma permisividad de la trasgresión, que, antes mencionada, era noble. Ahora me acobardo ante el complejo de vivo y me ulcero en el éxtasis de la “libertad.” Mezquino. Vulgar. Cagada pura y hastiosa. Yo que he visto cuan mierda puedo ser, olvido que soy porque violo a mi-muerte al concebirla, entonces me reconozco tan humana como la mierda. Pero aquel que no reconoce ni a la muerte, las heces son sus células cancerígenas, donde rige el miedo y la vergüenza, y la imprudencia de un estúpido. Y decido unir a miles que agónicos y los contagio con verborreas de defensa. Y los atiborro con un sentido nacionalista que sólo busca coartar y enmohecer la gran escultura de la gran plaza. Y los lanzo a guerrear. Y teñir de negro aquello que proclamo mío. Entrar en la casa de algún otro que es y ultrajar como si nunca fuera a no ser; sin conceder el más mínimo acto de nobleza y dignidad. Historias sin autor…

La toman del cabello, la arrojan al suelo y la nariz se estrella sangrando, se baja el pantalón y ofende entre las piernas con voracidad. Mientras más adentro raspa con el fuero de su vergüenza más limitado ES. Una sola línea se dibuja en su acto. Un espejo roto y empañado.

Patean la puerta y las balas se apoderan del silencio que usualmente rompe la mañana. Llegan a la habitación, sin luz, toman al hombre; pierde los dientes de un sólo golpe con la culata de una M240 y sus cachete izquierdo se deforma ante la presión de la bocacha. Una serie de tiros le perforan el cachete, atraviesan la garganta y le explotan el cerebro. Toman a la mujer; ella ha visto todo, la atraviesan con la misma ametralladora, ya dentro disparan procurando un río de sangre despidiendo (nota, ya inerte pero aun haciendo) los maquiavélicos olores. Mientras tanto en la otra habitación ya tomaron a los niños el pequeño de meses es arrojado por la ventana y cae sobre un contenedor de basura que estaba semiabierto. Los otros dos son balaceados con los ojos a la pared. Mas de 60 balazos cada cuerpo.

Llega a su escritorio, se sienta y “considera” que el narcotráfico es vulnerable al trato con tanque y cañón, unifica fuerzas para ignorar al otro mundo… Ignorar el mundo que tiene hambre (tan visceral como el hueco de la célula), el que desaparece en desiertos, el que cierra los ojos y se hace invisible cuando se aproximan los federales-estatales-municipales (poco importa), el que come las sobras ferroviarias, el que a orillas de un río con machete se define como ciudadano, el que en diciembre festeja acribillado la miel que no le ha sido devuelta, el que cruza para no volver, el que con un simbólico toque de queda no sale después de ponerse el sol, el que no confía en los taxis, el que después de veinte años desespera el juicio hipotético que nunca llegará, el que carga la gripa-pulmonía de cuatro de sus seis hijos que culminó en muerte a las alturas de una sierra ilusoria, el que en quince años de dobles turnos y horas extras de trabajo no ha logrado poseer una vivienda, el que…el que…el que…
ÉL QUE “CONSIDERA”.
Cagada pura y hastiosa. No sabe siquiera que no sabe.

La prohibición en su más nítida imagen, existe a partir de la muerte que todos, aunados o no, experimentaremos. Su magnificencia radica en como "pensimos" al sabernos mortales. Es tanta la prohibición al momento de evidenciar mi existencia vasta, minimalista y responsable de todo y nada… transgredir esa inmovilidad-prohibición que nace de ver a un muerto es la prohibición en bruto magnánima como "una gaviota en vuelo que caga sobre el ojo de un águila” (citando a Julio Medem - Caótica Ana)
Si no han de ser caminos de vida…(aquello que NO ES y aclara). Entonces es el estúpido profanador y soberbio "Dios" que todo lo sabe y lo ve y que con ojos cerrados cree que es de buena suerte si le caga un pájaro en los ojos. ¡Es mierda! ¡Aprende a verla inútil! Tómala y digiérela como lo haría un animal cualquiera. Y sigue un camino de vida. Que la prohibición posibilita la transgresión, emblema evolutivo. Pero no la transgresión emblema de tu vanguardia y profanación de humano. Cuando es mierda, ES MIERDA.

L I T E R A L

martes, 31 de marzo de 2009

de cafe y otros vicios

Mi llorona que me regalo un videito por si quieren oir el unplugged del breton jajaja
y leer de sus bellas letras :)

http://decafyotrosvicios.blogspot.com/2009/03/porque-cierra-los-ojos-cuando-lo-hace.html

lunes, 30 de marzo de 2009

Botellita de Klein


Descalzo y desnudo
Un paso,
emulsionado con el tiempo
otro paso,
cercenado por la misma partícula del todo
otro más,
conciliando el vacío íntimo y eterno
se detiene,
vislumbrado ante el dolor y la pasión
éxtasis de violenta caminata.

Un paso,
respira
otro paso,
reafirma la soledad
se detiene,
la templanza…
y,
la atónita guerra de intermitencias.

Claro de luna en la oscuridad,
cuando vulgar y sádico
se deshabitó para encontrar en ella otra casa sin nombre
y los dos interrumpidos,
conceptuales de vida,
abrazan los agujeros
y se permiten
desbocarse en el absurdo.

Erótica de intransigencias
que alcanzará el punto más alto
en el abismo que emerja de las miradas,
ciñendo su caminata…

y sin embargo,
dando vida aún a su muerte
a una continuidad inalcanzable,
sublime, eterna y
ávida sólo de aquellos dos
cuando en un instante eterno
fueron…
claro de luna.

lunes, 23 de marzo de 2009

En blanco y negro.


Hay huecos, vacíos persistentes que retumban en las grietas del olvido. Sonora la marcha de la cuenta regresiva. Poco a poco mis imágenes se desvanecen del color y vivo al blanco y negro algunos días.

La mayoría de las veces no importa la luz en cuestión de la cromática psique,
es, sin embargo, eso adentro que se anida con cristales,
y son tan finos que las tajadas saben a herida acida sin profundidad.

¡Pásenme una vez más por en medio que más da!
Frases, monólogos, corrientes etimologías del nervio que divagan como queriendo ser, queriendo que yo les encuentre su lugar.
¿Cada quien a su chamba no? Que me dejen en paz. Que hagan de sí lo que se les hinche. Ahora resulta que (...) se me viene a la mente y por eso ya soy yo responsable de qué hacer con eso...
…y entonces la paradoja invisible ¿Cómo lo resuelvo, cómo lo significo, para qué se me mostró a mí, qué me está diciendo o revelando, qué me enseña?…....A la mierda!

Hay veces en que yo soy sólo blanco y negro, y los colores vienen a formar parte los otros. Yo desde fuera me construyo mi propio cortometraje. Cansada de tocar pieles que se ausentan, empezando por la mía. Dócil de mando y sentencia…

- “mira pues, que ahora prefiero el barco y que me lleve lejos”

En blanco y negro la mañana que arroja la posibilidad. En blanco y negro la tarde que justifica el manicomio. En blanco y negro la noche donde me muerdo las uñas y le grito a los culpables(todos esos otros yo que no me atrevo a escuchar y solo los reconozco através de la escritura en paréntesis). En blanco y negro un infierno de dónde siempre vendrá una nueva mañana. Pertenezco a la pequeña isla de Pohnpei de la Micronesia, donde todos perciben en blanco y negro… tarde o temprano por más que quiera rebuznar de la luz, desairar la sinergia de los colores, mitificar el idioma de mis frases acobardadas, eludirme de la experiencia íntima y colérica de tomar cuerpo y voz…

Tarde o temprano también en el mundo del blanco y negro, se presentarán la infinidad de grises tonalidades…
Sólo que ahora se ha vuelto más frío mi recuerdo.

Rebe

domingo, 22 de marzo de 2009

Retórica inútil de un cuerpo deshabitado.

Fue hace cerca de 2.5 millones de años. La pupila captó una vibración que venía de entre los Enebros prehistóricos al costado de una cueva. Fracciones de segundos pasan cuando la luz ya ha logrado irrumpir en los conos y bastones oculares. Se activan. Acto siguiente la carga energética corre con ímpetu hacia la contrariada corteza cerebral. El sujeto advierte, reconoce la amenaza. Al cabo de dos segundos su respiración hace alusión a un tren de vapor. Los poros intranquilos gritan y lloran despidiendo gotas saladas que cobijan la piel del impávido. Las venas se unen al movimiento revolucionario y contraídas aceleran el paso de la sangre por el torso dejando desprovistas a las extremidades del hombre, esa sangre que pretende jugar carreras con la vida. El corazón se desboca, el oído se inmoviliza y pareciera que ha crecido el doble de su tamaño, atento, atinado, esperando…
Han pasado ya treinta segundos desde que el sujeto observó el movimiento detrás del arbusto, sus músculos lo obligan diligentes en posición de guerrero, pareciera que se preparan para salirse del cuerpo. El viento enfría las evasivas gotas de sudor que resbalan hasta el cuello sensibilizando íntimamente el brío de aquél hombre. Se consuma el primer minuto y el silencio perturba la espera, el ojo empieza a nublarse queriendo concretar la realidad. Simultáneamente el hombre advierte el sutil decaimiento de su expectativa y un segundo golpe de adrenalina recorre el cuerpo agilizando los signos vitales…él está esperando. Lo más probable es que detrás del Enebro un sarcástico animal saltará de oportuno acabando con el hombre y su familia en menos de veinte minutos. Una vez percibido el riesgo, la pupila se dilata para acrecentar la agudeza visual, las venas se contraen empequeñeciendo el espacio para el torrente y agilizándolo para sustentar con calor al tórax; en caso de que un asalto bestial le arrebatara alguna extremidad, no morirá al instante por desangrar y podrá conservarse con vida más tiempo si sus órganos vitales se resguardan con el oxigeno cálido de la sangre. El sudor resbala queriendo regular los efectos de la sangre, refrescando, como una caricia materna que pretende sepultar la pesadilla nocturna. Los músculos se preparan para correr o atacar, tensos, apretados llenos de furia y violenta armonía de protección. Latente el joven se enfrenta a su propia muerte de cara a cara. No existen los espejos. Quizás es la primera vez que vive esta situación pero su ancestral sabiduría corpórea lo prepara para entregarlo todo, hasta la posibilidad de ser posible...
Marisa estudiante universitaria de 5to semestre va de camino al departamento. Hace casi tres horas que salió de clases. “El Cano” su novio quedó de llamarla por la tarde. Marisa tomó un café con Carmen su mejor amiga. Después acudió a la boutique puesto que la noche será única y quiere estar bien presentada. Llega a su casa y decide que no cenara para verse esbelta (En el fondo cuando se siente delgada es como adquirir el permiso de convertirse en fiera con “el Cano”). Llega a su casa, son las nueve de la noche. Se da un baño, se reinventa la cara con pinturas, se sirve un trago, enciende un cigarro, escucha su canción de fiesta. Se para, se sienta, mira el teléfono. Por primera vez en el día, considera en llamarlo… Se impugna.
Sigue con el trago y el cigarro, camina, pretende bailar aligerada, camina de nuevo, se sienta, da el golpe, mira el reloj, mira el teléfono, mira el espejo…
Son las 12 de la noche y Marisa está sentada en el sillón de su sala. Suena el teléfono. Lo deja sonar una vez, dos veces, lo toma con manos temblorosas, se agita, se remueve, espasmos interiores… Han pasado cerca de siete horas en las que las pupilas de Marisa se dilatan y nublan, la sangre le hierve ventajosa, los nervios se erizan como conectados a una corriente eléctrica… Siete horas….El teléfono suena y Marisa concluye su noche:

“Hasta cree que le voy a contestar, Imbécil”

Rebe

martes, 10 de marzo de 2009

Jaguar

Lo primero fue la palabra…
Ella conoció sólo una parte de su significante mucho después de que la hubiera escuchado. Se incorporó en ella y la imagen tomó fuerza. La fantasía desbocada como un caballo la llevaba a explorarla. Por primera vez se mojaban sus manos entre sus ingles. Y descubría que siendo tan niña, a penas unos seis años, podía recrearse.
Así comenzó, con la palabra, luego la imagen, después la fantasía.
Una noche contestó al teléfono y del otro lado una voz grave se convirtió en lo que habían sido sus manos hasta entonces. La voz de un extraño. Un señor que le pedía entrar en sí misma pensando en él.
Otra noche aunque pudo ser la misma, porque todas las noches tienen ese factor común desde aquella primera noche. En la habitación de su tía abrió los ojos cuando otro jugaba con las manos por debajo del camisón. Sus manos que se habían convertido en la voz del extraño ahora se convertían en las manos de este otro. Y ella tenía nueve años. Y pensaba que aquellas manos eran suyas… y no se pudo mover.
La noche como años siguió su curso. Ella después tomó la mano de otro, que además amaba. La tomaba y la internaba pero no solo en su cuerpo. Aprendió que era cuestión de rasgar con las uñas el corazón, bien adentrito para que se quede grabado como el maguey de los enamorados.
Cuando ya no hubo más que desgarrar, volvió a la noche de extraños, y era ahora ella la que tomaba sus manos y las clavaba en las hendiduras. Creyéndose fuerte, inquebrantable y ramera. Porque mientras más vil se pronunciaba, más segura se sentía. Tan vil como cuando mojó por primera vez sus manos en la voz de aquel extraño. La noche se hizo más noche cuando no contenta con su flagelación, expuso en verso la palabra. Y otro que se tomaba el papel de guarro se posaba con el miembro en su espalda. Las manos de la mujer no alcanzaban la fuerza y entendió que flojita y cooperando es lo que había hecho hasta entonces. Y hasta entonces salió su violenta. Se sacudió, se transformó, se volcó con ira y humillada, le gritó y fue eso lo que le permitió salir completa. Eso y el “golpe” de suerte que muchas otras no tienen. El guarro no pudo internarse.
Lo primero fue la palabra. Ella tenía quizás unos 6 años cuando la descubrió… latente para ser explorada. Quería pasar la tarde subiendo árboles y aventando bolas de tierra en el parque. Después, al despedirse, él la besaría en la mejilla y esa escena colocó sus manos entre las ingles. Pensaba que sería un niño y escuchó la voz de un señor. Creía que eran sus manos y el miedo se volvió el locutor de sus besos. Quería que fuera amor pero lo convertía en un monólogo. Intentó sacudirse el verso del ultrajado pero tuvo que violentarse para descubrir que todo había sido el resultado de no saber.
La violencia es hija del ignorante, que le permite inculparse en los ojos de los otros. Pero cuando tenía nueve años, ella cerró los ojos porque la palabra abarcaba más de lo que podía ver. Su perdón ha sido la sabiduría. Y en su paso ahora habita la palabra con la que todo comenzó… El amor.

Rebe